La verdad es que egoísta es el no amarse. Mientras te rechazas y te juzgas, centrándote en lo que está mal contigo, siempre vas a necesitar algo de los demás: la aprobación, la aceptación, el reconocimiento, vas a querer tomar del afuera todo aquello que tú no te das.
Y eso sí que es ser egoísta: tomar de tus seres queridos, de tu entorno… en lugar de dar libremente.
Cuando te amas, el estar contigo es suficiente, tu propia presencia es un placer. Puedes dar libremente a los demás, sin condiciones, sin necesidades, sin apegos, sin temor. Cuando te sientes completo dentro ti, es una alegría natural el dar a los otros.
Y no es que el amarse a uno mismo alimente el ego. El ego es esa voz que nos convence de que hay algo malo con nosotros, que nos juzga y nos mantiene siempre siendo menos. A menudo, como protección, se adopta una postura falsa de arrogancia y superioridad, de falsa seguridad, pero si no podemos ver esto por lo que realmente es, un profundo temor e inseguridad, es porque estamos atrapados en el juego del auto rechazo.
Esa es la locura de la experiencia humana: peleamos para controlar, para sufrir, para sentirnos víctimas. Peleamos por el amor, peleamos por la paz. Pero si simplemente rompiéramos esa burbuja, nos encontraríamos con quienes somos en realidad: la paz, el amor, la dicha y entonces la vida fluye. Pero no, nos encanta controlarlo todo. Y está ahí, a un suspiro, ¡Pero tenemos tanto miedo!
Porque se nos enseñó a que toda nuestra atención estuviera en lo externo. Y es tan importante que los niños no lo pierdan, porque es algo natural: cuando eres pequeño vives en el momento, conoces el sonido del silencio, te fascinas con todo. ¿Por qué? No porque sea nuevo. Sino porque estás presente. Cuando estás presente puedes ver la magia, puedes ver la perfección, puedes ver los pequeños animalitos y las hojitas, puedes oler la esencia, puedes sentir el viento porque todos tus sentidos están alerta. Puedes aprender lo que sea, eres como una esponja.
Somos todos genios. Todos los niños nacen siendo genios, todos, sin importar qué limitación nosotros percibamos, ellos son genios, son ilimitados. ¿Pero qué hacemos después? Comenzamos a decirles: “Ah, pequeño geniecito…ahora debes encajar en esta cajita. Métete ahí porque ésta es la cajita que te corresponde”. “Si, pero yo no quepo ahí.” “No importa, necesitas meterte ahí como todos los demás”. Entonces el niño cree “Ah…. no soy suficientemente bueno. Ah, hay algo malo conmigo”. Esto es lo que sucede. Y no podemos entrar en esa cajita porque la conciencia, que es quién realmente somos, es una sala sin paredes y es ilimitada.
Por tanto, el primer paso para poder volver a amarte sin condiciones comienza por ser honesto contigo mism@, verte como eres en realidad, porque viendo y abrazando todo lo que eres, solo entonces es cuando puedes cambiar y esto comienza por el autoconocimiento y no hay otra y vas a ver que al abrazarte tal como eres, con todo, te transformarás en la persona que siempre sentiste que querías ser.
Ilustrada por Isha, la expansión de la conciencia
Para más información: Info@conectartecon.com / 600469083
DEJA UN COMENTARIO
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.