Vayamos por partes.
Por un lado un aspecto importante que nos lleva a no
comprometernos con el cuidado de la naturaleza es que si vamos de casa al
trabajo, del trabajo al gimnasio y del gimnasio a casa o pasamos largas
jornadas en el trabajo con ganas de llegar por fin a nuestro ansiado hogar y
durante el fin de semana nos enfrascamos con la tecnología o encerramos en
centros deportivos o lugares entre paredes es prácticamente imposible que las personas mostremos
interés y tomemos consciencia por la acción climática, porque sólo mimamos
aquello que conocemos (con los niños, un claro reflejo de los adultos, ocurre
lo mismo van del colegio a extraescolares, idiomas, deporte u otras actividades en edificios y vuelta a casa).
Es importante todos nos sumerjamos en la naturaleza para
sensibilizarnos con ella ya que es la forma en que brota el amor, respeto y
conexión con ella. Es necesario experimentar sus cualidades
revitalizantes en lugar de suplirlo con una oferta creciente de sofisticadas
máquinas o de realidad virtual por un
mercado que imita la naturaleza. No es lo mismo correr en una cinta que
hacerlo al aire libre o subir a una montaña viendo como otro lo hace a través
de una pantalla o hacer ejercicio trepando árboles que realizarlo en un
gimnasio.
Incluso estamos llegando al punto en el que
muchos niños se aburren en la naturaleza porque no tienen enchufes dónde
conectar sus móviles porque no saben cómo interactuar con ella, dejando de ser
protagonistas de nuestras vidas para convertirnos en meros espectadores
generando un gran vacío interno. Somos naturaleza y alejarnos de ella nos
lleva a combatirlo con lo externo entrando en la espiral de saciarlo con lo
material, procedente todo ello claro está de la naturaleza.
También percibo que estamos queriendo que el gobierno y organizaciones saquen una varita mágica y creen una solución para salvar al planeta pero eso no es posible porque no es suficiente. El punto es ¿Estamos la población dispuestos a reducir el consumo o renunciar a cosas o a algo? Observo se ha destinado mucho dinero público en poner contenedores para el reciclaje y veo que no se usan porque mucha gente todavía no recicla o en muchos casos se utilizan inadecuadamente.
Lo que creo es que el problema no son los gobiernos ni las instituciones sino que la gente no está dispuesta a tomar responsabilidad de ahí que queramos la varita mágica. Nosotros somos el problema.
Hace falta ocuparse, además de los gobiernos y empresas incluir al agricultor, al basurero, a la comunidad, al ciudadano de a pie y con las medidas que planteemos entre todos estar dispuestos a ponerlas en marcha.
Lo vital aquí es que todos nos unamos, sumemos, participemos y nos comprometamos a integrarlo en nuestro día a día y te digo algo más, una vez realizado la satisfacción es total porque son comportamientos basados en dar y la vida florece a través del flujo del dar y recibir.
Si que se han dado grandes pasos hacia la energía renovable por ejemplo, ahora se puede hacer más, no estamos haciendo todo lo que podríamos hacer. Se habla mucho y se actúa poco, hay más conversación que acción.
Otro aspecto que tampoco funciona y no soluciona nada son
las tóxicas críticas, llevándonos a estar enfadados todo el tiempo. Agradezco la
preocupación de ésta chica de 16 años y seguro que muchos adolescentes y
adultos están tan preocupados como ella. Ahora hemos de saber que esta
actitud causa mucho daño tanto en uno
mismo como en los demás estando
irascibles o llenos de ira durante largos periodos. Arder en ira tampoco es la solución, sólo
causa fanatismos.
Por último y que desencadena cada aspecto arriba
mencionado.
Estamos educados para creer que las criaturas
vivientes están para servir al humano y necesitamos desenterrar ésta idea.
Estamos viendo que es lo más destructivo que hay. Estamos exprimiendo al
planeta en pos de nuestro consumo desmesurado creyendo que la felicidad está
afuera y nada más lejos de la realidad, la alegría es una experiencia interna.
La paz, la felicidad y el amor no vienen del planeta sino que está dentro de
cada un@.
Aprendimos a domesticar lo salvaje y a obtener
cada vez más del planeta llegando al extremo que estamos en desequilibrio con
él y ésto es lo que proyectamos afuera y a menos que alcancemos el equilibrio interno los seres humanos estamos
destinados a desaparecer y ésta es la invitación, alcanzar la naturaleza en nosotros mismos, reconectarnos con quién realmente somos.
Corazón y mente han de trabajar al unísono y
los seres humanos hemos dotado al intelecto, a la mente pensante de tal poder,
volviéndonos fans de él que obviamos los sutiles mensajes del corazón.
Estamos
simplemente viviendo en nuestras mentes y la mente sin el apoyo del corazón
corre en busca de la felicidad afuera sin entender la naturaleza de la vida.
Vivir desde el corazón, es liberar la conciencia del encorsetamiento de la mente, es desidentificarnos del pensamiento, es vivir en el
presente, en éste momento. Sólo desde ahí surge
la claridad acompañada de pensamientos inteligentes, nobles y sabios.
Es aquí sobre todo dónde hemos de poner el
foco en gobiernos, instituciones, organizaciones, educación y a nivel individual y personal porque una vez hemos aprendido a estabilizar el corazón nuestras acciones
buscan cooperar unos con otros mediante el intercambio dinámico y constante, tal como lo hace la naturaleza a través de su perfecta sinfonía.
Es nuestro intelecto, nuestro
condicionamiento, lo que ha creado la separación y la idea de escasez. Necesitamos entender que el intelecto humano
funciona solamente con la información limitada que ha recolectado, por lo que sólo puede
proyectar arrastrándonos a creer que nos falta, que no tenemos o
que no somos lo suficiente, empujándonos a obtener en lugar de dar. El mundo es
abundante y los seres humanos somos abundantes y no me canso de decirlo, somos un diseño extrarodinario.
La humanidad necesitamos tener claro que si desaparecemos, el planeta florecerá
porque son los animales, plantas y minerales a través de sus interacciones los que hacen posible la vida aquí, lo único tóxico en este planeta es el intelecto humano.
Sino estabilizamos el estado del SER, el estado de consciencia y limitamos nuestro consumo por el bien común, la naturaleza lo hará, ella es fuerte, clara y amable pero si no escuchamos sus sutiles mensajes ella lo hará y de forma drástica. Ella es equilibrio, es armonía y mira por la sostenibilidad del planeta, así
que o nos unimos a ella y funcionamos como ella o ella se encargará y no hay otra.
¿Qué elegimos?
Con una profunda
confianza,
Marianne G.S.
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